La noche tibia me parece tranquila, los arboles no se mueven y los
pájaros ya están resguardados.
-¿En qué piensas?-
-En nada-
-Siempre dices eso, pero es que
cuando dices que piensas en nada estás pensando en todo-
Su sonrisa es tan dulce y
sensual, siempre me enamora y me excita a la vez.
Se sienta a la orilla de la
cama, sin camisa, con el pantalón desabrochado, contemplo las líneas de su
cuerpo por unos minutos tratando de contener mi excitación. No lo logro y me siento
sobre su regazo sacándolo abrupta mente de sus pensamientos. Acaricio su barba
mientras jugueteo con sus labios.
Comienzo a sentir ese hormigueo
en el vientre que me causa dolor y placer. Nos tumbamos en la cama envueltos en
caricias como si no conociéramos nuestros cuerpos, buscando algo en el otro que
nunca terminamos por hallar y como posesos nos desvestimos. El calor de su
cuerpo me abruma y abro la ventana, él se interrumpe y la cierra.
-¡No abras la ventana!, no
quiero que nos vean-
-Es de noche, nadie nos vera-
-Sí podrían vernos, yo tengo
una reputación y no quiero que se vea afectada-
-¿Es en serio?-
Se queda en silencio.
-Es que tengo calor-
Mis labios comienzan a recorrer
su rostro y él se sonríe mientras abre la ventana. Ahí está esa sonrisa que me
vuelve loca. Invado con mí ser cada lugar recóndito de su cuerpo mientras
siento su cálida piel arder, me calienta. Quiero unirme a él, siento la fuerte
necesidad de ser un solo ser con este hombre, sentirlo meterse debajo de mi
piel y sentir como se queda dentro de mí y me posee.
Suena un gemido gutural, luego
otro.
La batalla termino.
Tendidos en la cama nos
acurrucamos y no puedo evitar sentirme tan bien entre sus brazos contemplando
las estrellas que decoran el techo de la habitación.
-¿Cómo te sientes?-
-Bien-
-¿Tienes algún fetiche? o ¿Eres
exhibicionista y yo no lo sabía? Porque te sentí más excitada después de abrir
la ventana-
Me río mientras me inclino para
verle a los ojos, su mirada es intensa.
-No, es solo que al complacerme
me hiciste sentir más querida-
-Que te sientas así me
complace-
Me muerdo el labio para que no
se me salgan los sentimientos pero esta noche se ha sentido diferente y no
puedo contenerlos del todo.
-Te amo-
No se ve asustado ni
sorprendido.
-Yo también te quiero linda-
De pronto despierta ese
horrible dolor en mi pecho y me siento tan tonta, se esfuman todas aquellas
sensaciones de bienestar y me invade la tristeza de haberme enamorado sola.
Sin quererlo fui una de esas miradas anónimas al otro lado de la ventana. Lamento el triste final.
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