Entraste en mí con fuerza como un poseso
Mis gemidos agudos llegando al
utópico cielo
Sensualidad atmosférica
Placentero dolor
mezclándose con contracciones subversivas
Navegas con tu góndola por los
mares de mi vientre
Me elevas al cielo
Besos inefables
Los sonidos guturales de un
tigre que se acerca
Enciendes un fósforo y me
quemas con fuego líquido
Tu energía me atrae
Y tu lengua juega con mi
cavidad
Sobre satín negro volamos y
descansamos
Tibios, mostrando nuestra
divinidad
Tus manos son Arco iris de
lujuria derramándose sobre mi libido morena
Arrancas mi piel dejándome
vulnerable
Me tocas con estrellas fugaces
que recoges con miembros erguidos
Grandes garras que usas como
llaves para abrir las puertas del cielo y entrar al paraíso púbico de mi
existencia
Eres pólvora y yo me vuelvo
fuego
Eres hambre y mi carne la
saciara
Eres pasto verde y yo rocío
matutino que se regocija sobre ti.
Acaricias mis delicados pechos
con tus grandes manos
Amor y lujuria en la misma cama
tocándose hasta llegar al orgasmo, penetrándose el uno al otro, definiendo su
sexo, perdidos entre lenguas y dedos.
Nos perdemos en el deseo y nos
encontramos en el éxtasis.
Y al arrojarnos
estrepitosamente al abismo del orgasmo, juntos, fulgurantes, mezclados
entre pieles, implotando. Nos abrazamos rendidos, dejando caer todo el peso de
la pasión sobre las sabanas, acariciando extremidades temblorosas, con
centellas en los ojos, con sonrisas adolescentes.
Nuestros dedos se entrelazan y
la felicidad se esparce en la habitación.