Cuando la tristeza baja
como una gota de sudor por tu pecho, cálida pero enfriándose con el
ambiente gélido de nostalgia que te rodea.
La embriaguez del silencio y la soledad te arropan, son los compañeros rutinarios que se amarran a tus pies y guían tus pasos al infinito abismo de melancolía, que se agolpan en tu cartera como billetes sin valor, como fotos de familiares muertos. Y ahora que lo has descubierto, que te has dado cuenta que para lo que sientes no hay cura sin la medicina correcta y que esa pomada que tanto buscas se fue hace mucho por la vereda del olvido.
Recuerda todo lo que puedas de tus aventuras y desventuras porque de ahí sacaras las lecciones que prometen componerlo todo, para lograr levantarte cada mañana y amansar las gotas que se agolpan en tus ojos pujando para aflorar los dolores del alma.
La embriaguez del silencio y la soledad te arropan, son los compañeros rutinarios que se amarran a tus pies y guían tus pasos al infinito abismo de melancolía, que se agolpan en tu cartera como billetes sin valor, como fotos de familiares muertos. Y ahora que lo has descubierto, que te has dado cuenta que para lo que sientes no hay cura sin la medicina correcta y que esa pomada que tanto buscas se fue hace mucho por la vereda del olvido.
Recuerda todo lo que puedas de tus aventuras y desventuras porque de ahí sacaras las lecciones que prometen componerlo todo, para lograr levantarte cada mañana y amansar las gotas que se agolpan en tus ojos pujando para aflorar los dolores del alma.
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