miércoles, 5 de abril de 2023

El beso de una bruja

 CAPITULO 1. ENCUENTRAME


Son las siete de la noche pero no quiero dormir, tengo algo de sueño sin embargo aun me da miedo la oscuridad y dormir en esta situación es una pesadilla. Salir a la terraza para ver las estrellas es impensable para mí, estando sola en esta enorme casa.


Sentada en la escalera puedo observar con detenimiento cualquier objeto que se halla en esta planta y parte de la piscina; la ovalada mesa del comedor con su oscura madera acompañado de las doce sillas delicadamente talladas en el espaldar con flores, los ostentosos muebles azules marcando una completa letra L con su pequeña mesa de cristal en el centro, la alfombra vinotinto de las escaleras que dan al piso de arriba y por supuesto el piano, mi gran piano que me causa felicidad y a la vez desdicha por no poder tocarlo, tan negro, tan lúgubre como de costumbre cubierto con una gran sabana blanca. Todo es tan silencioso y oscuro, aunque percibo un atisbo de vida cuando la brisa mueve con dulzura las blancas flores en el jardín y cuando el agua de la piscina se mueve ondulante deshaciendo el reflejo de la luna redonda captando mi total atención, haciéndome sentir un poco nerviosa pero a la vez feliz pensando en lo tonta que soy, creyendo que en todo momento me acecha algo invisible.


Siento un pequeño cosquilleo en la mano izquierda que tengo apoyada sobre el suelo frío y asustada la retiró rápidamente, en un primer momento pienso que puede ser un insecto buscando refugio pero luego me doy cuenta de que es una pequeña hoja seca y arrugada de los tantos helechos que como cascadas adornan las rejas azules que dividen la sala de la piscina, la tomo con mi mano derecha y luego de contemplarla sonriente, burlándome de mis temores la encierro en mi puño y apretándole con un poco de fuerza la deshago en pequeños fragmentos que se esparcen con la suave brisa.


Decido que subiré al estacionamiento tomaré el auto y saldré. Iré a algún Centro Comercial bien iluminado y concurrido, subo con lentitud los tres pisos y paseó la mirada por las habitaciones oscuras, el temor me eriza los diminutos vellos en los brazos desnudos al acariciar las sábanas blancas que cubren los objetos antiguos resguardandose del tiempo. Con rapidez tomó mis zapatos y me los coloco tratando de estar alerta a cualquier movimiento a mí alrededor.


Al llegar al estacionamiento noto que la vista es hermosa, me recargo sobre el ventanal, puedo ver una enorme montaña y la iluminada ciudad a sus pies como un manto intentando cubrirla. Contemplo el cielo con curiosidad y en este momento me parece que la luna de agosto ilumina más que la de los demás meses.


Camino al auto y pienso que los ventanales fueron una gran idea, creo que si el garaje estuviera al aire libre como la terraza jamás tomaría el auto a esta hora. Aun no me permito estar en las áreas descubiertas de la casa, la idea de la grandeza que tiene el universo es más aplastante cuando estoy ahí.


Nunca me agradó conducir pero en esta condición de soledad eterna que escogí, debo hacerlo; por fortuna las calles se encuentran solas debe ser el día, hoy es jueves así que las reuniones sociales iniciarán mañana.


Adoro estar fuera de la casa, me hace sentir verdaderamente sola, por extraño que parezca jamás me siento sola en aquel lugar es esa extraña sensación de que hay alguien de pie detrás de mí pero al voltear no veo a nadie. En ocasiones me encuentro en la regadera y siento que no estoy realmente sola en el baño, que hay alguien frente a mí, mirándome, y que al abrir los ojos se arroja sobre mí, así que me retiro el jabón del rostro rápidamente para darme cuenta de que estoy completamente sola.


Parece una locura pero lo he sentido cada día de mi vida, por esta razón mi familia se mudó. Ellos también lo sintieron.


No debo recordar esas cosas me ponen nerviosa, mi cuerpo se enfría y pierde fuerzas.


La luz del Centro Comercial me reconforta aunque el estacionamiento es un poco solitario, me atemoriza y en último momento decido salir a caminar por el bulevar; la nostalgia me envuelve, es tal como lo recuerdo iluminado y atestado de personas con prisa por llegar a su destino. Al caminar los recuerdos vienen a mi mente como fotografías, me distraen logrando el objetivo de este paseo, distanciar el temor que me aborda constantemente, abandonar por breves instantes mi terrorífico hogar de la infancia, encontrar un plan que me permita la tan anhelada libertad, no recuerdo desear nada más en este instante solo alejar esa terrible amenaza de mi ser.


Camino sobre unos adoquines sueltos y algo de agua empozada salpica mis converse gris, me siento en un banco de cemento para sacudirlas en vano puesto que no traigo nada conmigo y solo puedo usar mis manos.


            -¿Si quieres puedes usar esto?-


Una voz masculina me pone de nuevo en alerta, observo a un lado y veo una servilleta, la tomo con rapidez agradeciendo y sin mirarle al rostro me pongo de pie para caminar con algo de prisa apretando el papel con fuerza; detesto que se me acerquen con esa falsa calidez que profesan las personas.


Pasados algunos minutos dejo de recapitular una y otra vez lo sucedido con el desconocido de voz ronca, acaricio mis brazos y coloco ambas manos en los bolsillos de mis jeans para cubrir mis dedos que comienzan a doler, olvide traer algo para cubrirme y la brisa está haciendo su labor después de todo; se que realmente no hace mucho frío sin embargo el más leve cambio de temperatura me afecta y con esta pequeña blusa de tirantes casi transparente que traigo puesta no puedo culpar del todo al clima.


 Después de varias cuadras la calle se torna silenciosa y por alguna razón también más oscura.


            -Estoy perdida-


Me digo en voz alta para reprochar mi mala ubicación espacial, debo retroceder sobre mis propios pasos para regresar al camino original. Mi reflejo me detiene brevemente para arreglar un poco mi cabello en el oscuro vidrio de una tienda cerrada que al parecer vende rompecabezas en tres dimensiones.


Noto una silueta detrás de mí pero la ignoro cómo he hecho durante toda mi vida con cada silueta que se asoma sobre mi hombro implorando atención y me dispongo a regresar por el mismo sendero cuando siento el fuerte dolor que inicia en el lado izquierdo de mi cabeza.


-Por Dios-


El dolor es tan fuerte que me hace caer al suelo de rodillas con las manos apoyadas en el frío y sucio pavimento, siento el rostro mojado y un fluido gotea de mi oído. Sangre.


            -¿Qué carajos me golpeo?-


Necesito sentarme en el suelo, el mareo es inminente, al mirar hacia arriba veo la maquiavélica sonrisa del autor de mi fuerte dolor con un grueso palo de madera en la mano izquierda la cual alzó con ademán de golpearme nuevamente.


            -Me golpeaste con eso imbécil-


Mi sorpresa es enorme, como puedo estar consciente después de ese golpe tan fuerte y articular un insulto en dirección a mi agresor, el dolor nubla mi lucidez y hace relucir la casi inexistente valentía que alberga mi cuerpo.


El hombre se acerca para repetir su ataque pero rápidamente me coloco en cuclillas y de una patada lo hago caer, aún es borrosa mi visión y hay un fuerte pito en mi oído, no tengo equilibrio así que me arrastro por la acera para poder alejarme lo más que pueda antes de que mi agresor se levante. Trato de recordar todo lo que aprendí en mis clases de defensa personal pero estoy muy asustada y confundida para ponerlo en práctica.


Pronto siento como dos enormes manos se depositan en mi espalda y me sujetan por la franelilla, está sobre mí, me toca, busca algo en mis bolsillos.


            -No tengo dinero-


Mi voz es aguda y muy desesperada, este hombre es mucho más fuerte que yo esto jamás había sucedido. Mi rostro rozando el asqueroso suelo de la calle era mientras las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas. Que quiere este hombre de mí, no dejaré de moverme, luchar y gritar.


            -Déjala-


Escucho un grito gutural probablemente fruto de mi imaginación luego de largos minutos de desesperación. De pronto mi atacante suelta un alarido y siento que disminuye el peso sobre mí, me levanto con dificultad y sosteniéndome de la pared corro sin mirar atrás pero después de algunos metros la curiosidad puede más que el instinto de supervivencia, me detengo para recostarme de una fría columna, miro con atención y una segunda silueta apareció de la nada y patea una y otra vez a el que creo era mi atacante que se retuerce en el suelo.


La corpulenta figura detiene su brutal ataque y ahora camina hacia mí, debo huir, mi temor regresa con mayor intensidad y aun mareada no puedo evitar tropezar con un adoquín que sobresale causándome una aparatosa caída, apenas tuve tiempo de poner las manos para no golpearme el rostro.


Noto por el agarre que es un hombre fuerte, se coloca de rodillas y me intenta sujetar por ambos brazos pero no permitiré que me atrape de espaldas como el anterior. Me volteo y lo pateo pero no me suelta, me duelen las manos y aun así intento golpear su rostro pero sostiene mis muñecas.


 Llevo largo rato luchando, estoy exhausta, no lo soporto más, la debilidad recorre mi cuerpo. Jamás me rindo pero en esta ocasión mi fuerza se desvanece y mi cuerpo se debilita a de ser por la pérdida de sangre, no aguantaré mucho. Mis ojos se cierran solo encuentro oscuridad.


………….


Abro los ojos y estoy acostada en el centro de la sala, es pleno día y el suelo está un poco más tibio de lo normal. Me pongo de pie y un ligero mareo me detiene por un momento.


            -Todo fue un sueño-


Aunque es bastante inusual que me quedase dormida en el suelo no presto mucha atención a ese asunto ya que un dolor agudo me aqueja, coloco la mano sobre mi cabeza y observo el charco de sangre en el suelo, agito mi cabello y al mirar mi mano encuentro mucha más sangre; corro al baño para mirarme al espejo, que pudo pasarme para perder el conocimiento de esta manera.


No puedo salir de mi asombro al encender la luz y ver mi reflejo en el espejo, al parecer tengo un ojo de color negro como de costumbre y el otro es azul, un tono muy brillante y hermoso pero no logro entender el porqué así que parpadeo un par de veces y hasta logro tocarlo con mi dedo índice pero no molesta ni pica parece muy normal; abro el grifo para limpiar la sangre y el vapor empaña el espejo casi enseguida, luego de retirar levemente la sangre me miro al espejo y veo que se comienzan a dibujar letras sobre la humedad hasta que la frase completa aparece.


“Ha venido a buscarte porque es parte de ti”


Doy un par de pasos hacia atrás por la impresión buscando a mí alrededor el origen de aquel mensaje. Un fuerte tirón en el estómago me impacienta aún más como si algo quisiera salir de mi por la espalda, mi vista se nubla, siento náuseas y mis manos hormiguean, luego no siento nada.


……………………


Abro los ojos con mucho pesar, estoy acostada y todo mi cuerpo está adolorido, me siento con mucha dificultad para averiguar en donde me encuentro y veo a un hombre sentado justo frente a mi cama.


            -¿Quién eres tú?-


¿Dónde estoy? Parece un hospital.


-Soy el que te salvó ayer por la noche, ¿estás bien? te vez algo agitada-


            -Si gracias, solo tuve una pesadilla. ¿Qué sucedió ayer? ¿En dónde estoy?-


Trae un café en la mano, ¿Sera para él? Tengo la boca muy seca así que lo persigo con la mirada, coloca el café en la mesa, se hala los jeans a la altura de los muslos y se sienta, puedo ver sus botas negras y recuerdo los golpes que le dio ayer al otro hombre y lo malherido que debió quedar. Le da un sorbo al café y luego se humedece los labios con la lengua mientras se dispone a leer el periódico. Dios tengo mucha sed.


            -Ayer te atacó un ladronzuelo pero por suerte llegue a tiempo-


            -¿Y cómo termine aquí?-


            -Traté de hablarte pero parecías no escucharme, me pateaste y luego te desmayaste así que te traje aquí-


Que vergonzoso, recuerdo haberlo pateado varias veces pero pensé que era otro atacante.


            -Te agradezco la ayuda y disculpa por los golpes estaba algo desorientada y dime ¿Por qué estás aquí aun?-


No quería sonar descortés pero es muy extraño que un completo desconocido se quede en el hospital conmigo toda la noche solo para ver como estoy.


-Estoy aquí porque me debes un favor, por cierto te traje esto-


Saca del bolsillo de su cazadora negra que está a su lado en el mueble una pequeña botella de agua.


            -Pensé que tendrías sed-


Lo que me faltaba primero un delincuente y ahora un acosador, debo irme de este hospital sin que lo sepa. Trato de levantarme con rapidez a fin de cuentas no podrá retenerme en contra de mi voluntad en un lugar público.


            -Hey no te pongas de pie aun-


Me mareo, creo que caeré al suelo, debo sujetarme fuerte de la cama, siento una mano en mi cintura y sé que él se acercó más de lo debido, es mucho más alto que yo y fuerte, como no lo note antes.


            -No caerás te tengo bien sujeta-


Veo detalles en su rostro que me parecen conocidos como si lo hubiera visto antes pero no recuerdo en donde.


            -Eres más joven de lo que pareces-


Se sonríe con mi comentario y no puedo evitar corresponder con otra sonrisa. Qué cálida es su presencia.


            -Espero que sea un cumplido-


Mi rostro se pone caliente y evito mirarlo.


            -Si lo es, por favor me dejas en la cama-


            -Con gusto-


Me libera de su apretado agarre para ayudarme mientras subo a la cama intentando hacer movimientos delicados que no le salen del todo bien, luego regresa a su asiento para retomar su lectura, la distancia es lo mejor no quiero que un desconocido me toque.


            -¿Cómo te llamas?-


-Mi nombre es Vladimir Falkenhorst ¿y el tuyo?


Es cierto que no me he presentado.


            -Genevieve Viana. ¿Qué nombre diste aquí en el hospital para ingresarme?-


Noto una pequeña sonrisa en su rostro, pero no aparta su mirada del periódico.


            -Vamos deja de leer el periódico y dime-


            -Te ingrese con el nombre de mi madre, aquí eres Margarita-


Su voz es gruesa, mi memoria me regresa al día de ayer durante el ataque y lo ubica en la escena. Además escucho un acento que no logro identificar.


            -Así que soy tu madre-


Mantiene la mirada en el periódico pero sé que no está leyendo, algo oculta. No puedo creer lo que veo, su caucásico rostro se sonroja.


            -¿Qué sucede chico?-


Me estoy preocupando por su mutismo. Al fin cerró el periódico y lo puso a un lado, me miró fijamente y por primera vez noté sus ojos claros, sin embargo no distingo si son azules o grises.


            -Lo que sucede es que te registré como mi esposa porque no nos parecemos lo suficiente para ser hermanos-


La perversión tiene niveles y este es uno de los más altos según mi criterio, esto no debía pasar seguro que entre mis cosas estaba mi identificación y no era necesario mentir de esa manera.


            -Lo entiendo, en serio- digo fingiendo.


            -Tu expresión seria no dice lo mismo-


Se ríe de nuevo, imagino que de mí.


            -No te fijes, vuelve a leer tu periódico-


Solo me queda esperar a que se vaya y huiré, aunque estoy adolorida y muero de hambre.


            -Son las 11:32 pronto te traerán el almuerzo- Dice mirando su reloj.


            -¿Cómo dices?-


            -Debes tener hambre-


Esta situación se está poniendo rara y me incomoda como responde cosas que no le he preguntado.


            -Si, ¿Tu que comerás?-


Tienes que irte para comer a menos que seas una alienígena.


-Iré al hotel me cambiare y comeré algo-


-¿Hotel?-


Se ve algo cansado. Se está acercando de nuevo, saca algo del bolsillo de su pantalón.


            -Si estoy en un hotel algo lejos de acá pero me gusta, apunta tu número en mi teléfono-


El teléfono se ve pequeño en su mano pero en la mía es enorme y como no si es un Nokia 1011, lo mejor de lo mejor.


            -Claro te daré mi número pero te advierto que no responderé las llamadas-


Mi mirada ahora es retadora.


            -Ya veremos eso-


Su sonrisa es más bonita y sincera que hace un momento, es un desconocido pero no tengo motivos para desconfiar el hombre me salvó la vida y me trajo al hospital, se quedó durante la noche y aun estoy bien así que le daré mi número como voto de confianza.


            -¿Desconfías?-


Por extraño que parezca la desconfianza ha disminuido, es como si me hechizara con sus gráciles movimientos y sus intermitentes sonrisas.


            -No, para nada-


Le entrego el teléfono y me toma de la mano haciéndome sentir una corriente, como energía que se transfiere por nuestras manos.


            -Estás fría-


            -No es nada, tú por el contrario estas muy caliente a pesar del aire acondicionado-


Defino al fin que el color de sus ojos es azul y el contraste que hacen con su cabello negro lo hace mas apuesto. Rápidamente se acerca, besa mi mejilla y se aleja hasta la puerta dejando una estela de calor justo donde deposito el beso.


            -Cuídate, regresare al final de la tarde-


            -Claro-


Al fin se fue, ahora me vestiré y me iré. Siento algo de remordimiento porque se ha portado bien pero es un completo extraño y desea que le pague el favor de salvarme quién sabe cómo.


Salgo del hospital evitando ser vista de manera sospechosa y me subo a un taxi con el poco dinero que tengo en los bolsillos ya que estoy muy lejos del Centro Comercial, al llegar me dirijo a buscar mi auto, entro y me relajo me alegra que esta travesía termine y aunque es muy extraño se siente bien saber que voy a casa.


……………………….


Estoy en un bosque, hace mucho calor y siento mi cuerpo más cálido de lo normal. Camino en busca de algo pero no lo encuentro, la desesperación me invade porque todos los árboles son iguales. Escucho una voz, es una mujer que pide ayuda, se me acelera el corazón debo encontrarla pronto pero el bosque está muy espeso, la noche es muy oscura. Cada vez la escucho más cerca hasta que la veo recostada en el suelo sobre la grama, una luz mortecina y de origen desconocido la cubre, esta de espalda y no puedo ver su rostro, me acerco lentamente temo lo peor; me inclino sobre ella y la toco con cuidado pero no se mueve, aparto el cabello de su rostro y no creo lo que estoy viendo.


Me quedo paralizada de terror, la mujer que está frente a mi soy yo cómo es posible esto, entonces ¿quién soy?


Mis manos mi cuerpo son de otra persona son de un hombre, mi piel es blanca y pasó una mano por mi cabeza y noto mi cabello corto, desesperada corro sin mirar atrás hasta que tropiezo con la raíz de un gran árbol sin poder evitar la dura caída.


………………………


Estoy en casa, en mi cama, mi respiración aún está agitada por el extraño sueño. Veo el reloj redondo en mi mesa de noche, son las 10 de la mañana, ayer por la noche me costó dormir, debió ser mi aventura con el tal Vladimir lo que me causó tensión y nervios.


Reviso mi teléfono aún sin batería pero no pienso cargarlo, estar sola por un par de días será lo mejor.


-Me preparare un sándwich de queso- Mi favorito.


Me coloco la bata que deje sobre el mueble azul y salgo de la habitación, desde que se colocó la alfombra vino tinto en todo el segundo piso camino descalza por la casa. Bajo las escaleras alfombradas y me desvío al comedor, siempre que camino por acá debo acariciar la mesa ovalada de madera que me hace recordar las cenas familiares y la tonta norma que nos obligaba a comer juntos siempre que se podía; siento una punzada en el corazón ahora que estamos separados. Paso frente al baño de visitas con su característica puerta azul y llego a la enorme cocina, reluciente de color plateado que refleja hasta la más pequeña luz.


Enciendo la televisión para escuchar algo de ruido, detesto estar en completo silencio. Busco un cuchillo y no está en su lugar, busco en cada gaveta y no aparecen. Es extraño más no le doy importancia


-¿En dónde estarán los cuchillos?-


Me preparo el sándwich como puedo y salgo al comedor, me siento de espaldas a la pared para mirar a la sala, antes solía sentarme de espaldas a la sala pero sentía que alguien estaba de pie detrás de mí observando, me sentía vulnerable así que deje de hacerlo. Todas las habitaciones del primer piso se comunican con arcos, camino a través de ellos y llego a la biblioteca, me encanta el piso de parqué y los estantes hacen que todo se vea oscuro y acogedor, al respirar siento que percibo el olor a madera. Abro la caja fuerte y encuentro un libro enorme y un cuaderno, retiro uno de ellos y me siento en el escritorio de caoba.


 


Sábado, 17 de agosto de 1992


 


Querido diario, estoy sola en casa han pasado tres días desde que regresé y hasta ahora no ha sucedido nada extraño, espero que todo siga igual por el tiempo que dure esta visita. He tenido algunos sueños raros pero solo eso, no me tomaré el tiempo de interpretarlos ya que aunque sepa lo que sucederá jamás puedo evitarlo, aunque en el hospital tuve un sueño que me perturba levemente y el hecho de que alguien venga por mí no me agrada mucho. Un ojo azul y otro negro quien diría que puede existir tal defecto en mi, seria hermoso pero demasiado misterioso para mi gusto. Debo terminar con todo esto de una vez por todas ya que para eso vine, sino mi familia no será feliz jamás.


Entre otras cosas menos importantes, conocí a un hombre ayer que me salvó. Es agradable, se llama Vladimir no sé qué, su apellido es muy raro.


Al principio desconfié de él pero luego sentí algo familiar que me generó confianza, puede que esté loca pero juraría que él sabía lo que yo pensaba. A pesar de todo lo que he vivido siguen apareciendo cosas extrañas, a fin de cuentas no debo darle importancia puesto que no lo volveré a ver ni siquiera para pagarle el dichoso favor.


 


Cierro el cuaderno y lo guardo en la caja fuerte, siento ganas de tomar otro libro pero no lo haré sería lo peor en este momento.


Iré a buscar una mascota, tal vez un gato o algo así. Los gatos me agradan sobre todo los negros, tienes algo místico que me agrada y de esta manera no me sentiré sola; mi madre me contaba que las mascotas de color negro te protegen de las malas energías hasta con su propia vida.


Me coloco ropa deportiva y salgo a caminar por los alrededores de la casa, las pocas personas que encuentro me miran disimuladamente pues saben quién soy pero no me saludan, no desde que mi abuelo cometió terribles errores de negocios, Dios como extrañe la presencia de mi abuela fallecida en aquel entonces.


Luego de algunas calles veo una gata con pequeños gatitos a su alrededor. Son callejeros.


-Hola linda, ¿me regalas a uno de tus bebés?-


La acaricio con ternura y todos se esconden excepto uno de color negro que sale a mi encuentro.


-Eres pequeño pero sobrevivirás-


Al iniciar mi camino de retorno escucho como los otros maúllan.


-No puedes tener tantos gatos en casa-


Me reprocho pero me detengo para mirarlos de nuevo y para mi sorpresa los gatos vienen corriendo tras de mí. Será que huelo a atún.


-Está bien me los llevaré a todos-


Tomo entre mis brazos a los otros tres gatitos que son manchados como pequeños dálmatas y su mamá blanca e impecable me sigue.


Por la tarde los coloco en una caja de cartón acolchada en la sala, entre los dos muebles grandes.


-No dormirán afuera por ahora. Pero no se suban a los muebles-


Me recuesto en la reja que hace de pared y corto una hoja de helecho que se cae al área de la piscina. Respiro profundo y siento nostalgia, retiro la sábana blanca que cubre el piano negro y se levanta una nube de polvo que me hace toser. Voy a la cocina a buscar algo de comer para los gatos, miro por la ventana y noto que empieza a caer la noche.


-Todo estará bien hoy-


Entro al almacén para buscar algo de atún porque en la cocina ya no hay, está completamente cerrado y oscuro pero tiene un bombillo de luz amarilla. De repente escucho un fuerte estruendo y me quedo inmóvil para ubicar su origen y nuevamente se escucha.


-La sala- Digo en un susurro.


Corro hasta la sala y me paralizo ante la imagen, todos los muebles están volteados como si alguien los levantara y luego los arrojase lejos. Todo se encuentra revuelto.


Veo a la gata subir al segundo piso y escucho a los pequeños maullar pero no los veo. Tengo mucho miedo para moverme pero uno de los gatos maúlla fuerte como si algo le doliera, así que camino con cautela entre los muebles buscándolos pero no los encuentro, las manos me tiemblan y quiero huir como lo hizo la gata. Al fin los hallo pero están bajo el mueble grande que jamás podría cargar sola, escucho un ruido algo se mueve pero no sé que es.


Me arrastro por la hendidura del mueble y logro llegar a la caja de los gatos pero esta atorada, con fuerza la halo y se rompe, los pequeños empiezan a salir menos mi pequeño gatito negro que debo tomar con la mano izquierda. Me arrastro de nuevo por el suelo para salir y escucho ese sonido peculiar de nuevo, me quedo sentada en el suelo en completo silencio para ubicar el origen del sonido y de repente lo veo, el piano frente a mí se está moviendo solo.


Como si alguien lo empujara con dificultad se mueve en dirección a las escaleras, estoy muy asustada pero debo moverme, me pongo de pie lentamente sin dejar de ver el piano tomo a los gatos y corro por las escaleras hasta el segundo piso justo después se escucha el estruendo del piano al estrellarse contra las escaleras.


Me encierro en mi habitación con los animales, me escondo en la esquina detrás del mueble, no puedo evitar temblar y llorar, estoy muerta de miedo.


Después de varias horas me siento un poco más calmada y me pongo de pie, veo por la ventana que se acerca el amanecer y abro la puerta para que los gatos salgan menos el pequeño gato negro que temo está muerto. Me siento en el suelo frente al pequeño y me cubro el rostro con ambas manos no se cuanto tiempo paso en ese estado pero reacciono ante el sonido del teléfono de la casa, lo dejo sonar pero la persona está verdaderamente interesada y sigue sonando hasta que me levanto y lo tomo.


            -¿Estas bien?-


La extraña pregunta me saca de mi letargo.


            -¿Quién es?-


            -Soy yo Vladimir-


No puede ser este hombre otra vez.


            -¿Cómo conseguiste mi número?-


            -Tú me lo diste en el hospital, ¿Estás bien?-


            -No estoy bien, en este momento no puedo atenderte-


Finalizo la llamada sin esperar respuesta y dejo el teléfono descolgado para que no llame nuevamente. Respiro profundo y salgo de la habitación, la luz del día ya ilumina toda la sala y se puede ver con claridad los fragmentos destrozados del piano y los muebles fuera de su sitio. Trato de mover el mueble más pequeño pero no lo logro, es sólido como una roca y demasiado pesado.


            -Debo llamar a alguien para que me ayude-

Digo en voz baja.

            -Escuchaste-

Comienzo a alzar la voz y mis gritos se escuchan por toda la casa.

            -¡¡¡DEBO TRAER A ALGUIEN PARA QUE ME AYUDE A RECOGER TU DESASTRE, ASÍ QUE TRATA DE NO ASESINARLO!!!-

Me quedo en silencio pero no hay respuesta, nunca hay.

Subo a la habitación tomo el teléfono descolgado y piso el botón de remarcar. Contesta una mujer.

            -Hola-

            -Buenas tardes, por favor me comunica con Vladimir-

Se escucha una risa de fondo y el tono de la mujer cambia drásticamente.

            -¿De parte de quien?-

No tuve tiempo de contestar la pregunta cuando Vladimir tomó el teléfono.

            -¿Qué sucede?-

            -Te necesito-

            -Lo sabía-

            -Te enviaré la dirección-

            -Llegare en un par de horas-

Al final de la conversación, se podía palpar la preocupación en su voz pero aun no entiendo porque.

Busco mi celular en la última cartera que utilicé y cargo la batería lo suficiente para enviar el mensaje, aún percibo un leve temblor en mi mano que me dificulta escribir. La batería no durará mucho pero lo pondré en el suelo al lado de mi cama por si se le ocurre devolver la llamada y mis ojos se cierran solos como si los parpados pesaran tanto que no puedo sostenerlos.







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